Quince medidas para destrozar la escuela pública

En España llevamos años siendo un ejemplo para el resto del mundo de cómo destrozar nuestro sistema educativo lo más rápido posible. Después de años lanzando piedras contra nuestro propio tejado, aunque no conozcamos la receta de cómo hacer de nuestro sistema educativo algo que nos permita sacar pecho, sin duda alguna, hemos aprendido cómo hay que hacerlo para devaluar, cada año un poquito más, una educación que tampoco es que more en las profundidades de las clasificaciones de PISA, a pesar de la poca inversión, los escasos recursos y las nulas voluntades. Aquí tenéis las instrucciones para convertir la educación pública de un país en un páramo desértico que solo sirva para que políticos de todos los colores midan sus egos y los padres tengan un sitio en el que dejar a sus hijos durante las horas que pasan trabajando.

  1. No es apropiado llegar a acuerdos entre fuerzas políticas sobre qué contenidos enseñar y qué metodologías emplear. En los países en los que la educación funciona razonablemente hay pactos que garantizan estabilidad durante décadas. Hacer justo lo contrario es el medio para conseguir no ser tan buenos como los mejores.
  2. No se debe consultar la elaboración de los currículums con especialistas, ni con educadores o sus representantes. Las opiniones de un político que no ha entrado jamás en un aula, o un gurú que hace tiempo que la abandonó deben tener mucho más peso que las de profesores e investigadores.
  3. Hay que cambiar las leyes educativas cada vez que cambie el gobierno. La estabilidad no es buena, hay que salir de la zona de confort. Cuando un maestro ya le ha cogido el truco a un currículum, este debe ser sustituido por otro nuevo, lo más rápido posible, no sea que se acostumbre y termine por entenderlo, o incluso por llevarlo correctamente a cabo.
  4. Si una ley funciona razonablemente bien, es conveniente demoler de ella hasta los cimientos y borrar todos los registros que queden. Tampoco se debe hacer jamás una comparación entre los resultados de un sistema educativo y el siguiente, no sea que se descubra el pastel.
  5. Es fundamental financiar la escuela pública con los mínimos recursos. Paralela a esta medida, a la enseñanza de la religión y los conciertos con empresas privadas nunca deben faltarles los fondos públicos que exijan.
  6. Insistir en la idea de que los niños van a la escuela a ser felices. Lo de aprender es secundario. Para ello…
  7. Eliminar todo lo que signifique esfuerzo y responsabilidad. Los deberes y los exámenes sirven para mejorar el aprendizaje y la retención de contenidos y está científicamente demostrado, pero esto no se debe decir jamás.
  8. El buen comportamiento debe ser reducido a su mínima expresión. Las malas conductas deben ser sancionadas muy levemente, si es que se sancionan, porque los castigos no sirven para nada (hay que insistir en esto si queremos que portarse bien no sea una conducta que se generalice).
  9. Ningún alumno puede ser expulsado, haga lo que haga. Si alguien se porta mal, si maltrata a compañeros, profesores o instalaciones, si se dedica a sabotear las clases para que los que quieren aprender no puedan, no pasa nada. El derecho a la educación es lo más importante. Es tan importante que no importa que no le importe al alumnos o a sus padres, pues es lo más importante. Y si ese derecho a no importarle a algún alumnos la educación suya está por encima del derecho de otros alumnos a los que sí les importa su educación, que se aguantes. Hay que defender a los malos, a costa de los buenos y procurar que conserven todos sus derechos, aunque no cumplan con sus obligaciones.
  10. Tras eliminar el esfuerzo y el buen comportamiento en las aulas, el siguiente paso es eliminar las consecuencias que de estos se deriven. Si alguien no se ha esforzado y no ha aprendido lo que tenía que aprender y, aunque se porte de la peor de las maneras, hay que procurar que pase de curso. Para ello se deben elaborar leyes que procuren este objetivo y que hagan inútiles informes y evaluaciones. ¿No hemos dicho que a la escuela se viene a ser feliz?
  11. Es conveniente introducir en el aula metodologías modernas y tecnología, mucha tecnología, aunque no haya evidencia alguna científica que avalen su uso. La memoria, los contenidos, la resistencia a la frustración, solo consiguen crear trabajadores abnegados, como lo fueron Isaac Newton, DaVinci o Einstein.
  12. La evidencia científica sobre métodos educativos y aprendizaje debe ser ignorada. Aunque la ciencia ha demostrado que el cerebro y la manera de aprender sigue siendo la misma que hace 200.000 años, hay que propagar el eslogan de que los tiempos han cambiado y hay que adaptarse a ellos, Google y Facebook así lo afirman y son organizaciones sin ánimo de lucro, a las que lo que más le importa es extender el conocimiento y la capacidad de analizar la realidad con un pensamiento crítico.
  13. Devaluar públicamente la reputación de los docentes es fundamental. Que si tienen muchas vacaciones, que si cobran mucho, que si tienen que hacer un MIR porque no están preparados… Que en España las horas en el aula de un docente sean mucho mayores que la media de la OCDE, que la formación de los mismos sea responsabilidad de los que luego critican su formación y que los MIRes solo sirvan para obtener mano de obra barata y sin derechos, son cuestiones que siempre se deben evitar.
  14. Introducir conceptos como la inclusión es el chocolate del loro y funciona. Hay que enfatizar la importancia de la inclusión, aunque no sea haga nada para que esta sea real y signifique no atender las necesidades e intereses específicos de cada alumno. Quien opine lo contrario debe ser tildado de segregador. En un aula deben estar todos los alumnos y que hagan lo mismo, aunque tengan capacidades, gustos y necesidades diferentes, sin los apoyos necesarios, en espacios pequeños y con ratios altas, para que se las apañen los profesores como puedan.
  15. Todo debe ser divertido. Aburrirse es malísimo. El colegio debe ser como un circo, pues lo importante es colaborar a construir personas ávidas de emociones y que necesiten constantemente la sorpresa para poder aprender, que es algo que a largo plazo no sirve para nada, no llenas de conocimiento y capaces de reflexionar sosegadamente. La infantilización de la sociedad es fundamental.

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