Si en los coles públicos se oferta religión, en los concertados se debe ofertar una alternativa a la religión

Parto de la convicción de que la religión en los colegios no debe estar presente. Al menos en los colegios públicos. En los colegios se debe enseñar contenido científico y los valores propios de la sociedad en la que vivimos, valores inclusivos que debemos compartir todas las personas independientemente de nuestro credo, raza, sexo, ideología… El colegio no puede enseñar a creer en seres imaginarios, ni en doctrinas que se han inventado otros seres humanos hace miles de años y que no se pueden rebatir ni cuestionar. Las creencias entran en el ámbito personal y ahí deben quedarse, porque además una creencia no se puede enseñar y no tiene un sustento científico o lógico y racional. O crees o no crees, independientemente de que tenga sentido o de que la historia que se cuenta sobre el dios de turno sea verdad o un refrito de otras creencias fagocitadas y olvidadas.

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Partiendo del hecho de que la religión se debe impartir en los templos que cada credo levanta, me llama la atención el hecho de que la libertad religiosa solo se enarbola para introducir las creencias religiosas en las instituciones públicas, pero al revés no se exige ni permite. Es decir, el no creer que existe un dios todopoderoso también es una creencia, en el sentido de creer que no existe algo más allá de la percepción que nos ofrece nuestros sentidos. En el momento en que la existencia de algo se tambalea entre la imposibilidad de demostrarla y la incapacidad de rebatirla, es tan válida la creencia en su existencia como la creencia en su inexistencia. La libertad religiosa y de credo debe implicar tanto el poder creer en seres imaginarios, como el poder dudar de la existencia de seres imaginarios. El ser creyente (en lo que sea), ateo, o agnóstico, son todas opciones dentro de eso que se llama la libertad religiosa, de credo e ideológica que proclama nuestra maltratada e ignorada Constitución.

Nos encontramos en la tesitura siguiente: los diferentes credos religiosos tienen la posibilidad y la libertad de exigir y conseguir que en los centro públicos se oferte su religión como asignatura a cursar, pero en los centro concertados y privados de carácter religioso, no existe la posibilidad de matricularse en una asignatura alternativa a la religión que atienda a la creencia en la no existencia de una entidad omnipotente. Esto es a todas luces, una discriminación para con las personas que, en pleno uso de su libertad ideológica, religiosa y de culto, deciden creer que no existen seres imaginarios creadores de todo lo visible e invisible. Además, atenta contra el principio básico de igualdad de todos los ciudadanos ante la ley pues, si alguien tiene derecho a que le oferten una asignatura en la línea de sus creencias, aunque se encuentre matriculado en un colegio público no religioso, las personas matriculadas en un centro adscrito a una determinada creencia, también tienen derecho a que se les oferte una asignatura que respete las suyas propias, aunque sean contrarias a las del centro en cuestión, como así sucede en los centros que no son religiosos donde se ofertan materias de contenido religioso. Si en un restaurante de carne se tiene derecho a que te ofrezcan un menú vegetariano, pues hay que actuar de manera recíproca y aceptar que los restaurantes vegetarianos dispongan también de una opción carnívora para el que la solicite.

Lo que viene a ser que, o todos moros, o todos cristianos. Yo soy más de todos laicos, es decir, yo creo que la religión se tiene que dar en las iglesias, sinagogas, mezquitas… Y que en los colegios lo que se tiene que aprender son hechos contrastados, historia, ciencia, lectoescritura, valores culturales inclusivos… No creencias en seres imaginarios jamás demostradas e indemostrables que obligan a quienes creen en ellas a seguir un conjunto de normas que alguien se inventó, justificando su invento en que ese ser imaginario habló en algún momento directamente con él. No, no podemos meter el pensamiento mágico y supersticioso en un lugar donde lo que se pretende es instruir a pequeños seres humanos y dotarles de una capacidad crítica que les mantenga a salvo de creencias irracionales que incluso pueden ser dañinas y perniciosas. O desterramos la religión fuera de la escuela, o metemos una alternativa a esta también en los centros religiosos, del mismo modo que en los no que están adscritos a ningún credo tienen la obligación de ofertar la religión (y religiones) que les soliciten.

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