Los adolescentes deben fumar marihuana con moderación

Evidentemente, esto no es así. Nadie recomendaría que una persona, en esa edad tan crítica para el desarrollo cognitivo, hiciera un uso moderado de algo que en cualquier dosis es perjudicial. Y, sin embargo, lo hacemos. Está demostrado que el uso de dispositivos digitales, como los móviles, reduce nuestra capacidad para concentrarnos y prestar atención. Cualquier uso. Hay cientos de estudios a lo largo de más de una década ya. La consecuencia es la reducción del córtex frontal, demostrado también científicamente. Es la misma consecuencia que tiene el consumo de alcohol o marihuana en la adolescencia. Pero, aunque el uso de estos aparatos digitales tiene los mismo efectos que las drogas, no se desaconseja su uso, sino que se aconseja que se aprenda a usarlo, en vez de aconsejar postergar su uso o reducirlo al mínimo imprescindible hasta la finalización de la adolescencia, que es el período durante el cual el cerebro es más sensible y los perjuicios son mucho mayores. Tampoco ayuda a mejorar los aprendizajes, el factor humano sigue siendo mucho más relevante que cualquier ayuda tecnológica.

En un estudio constatan que se produce una reducción de la corteza prefrontal en los adolescentes que fuman marihuana. Pasa lo mismo con el alcohol y otras sustancias, por eso está prohibido su consumo hasta los 16 años. Es malo cualquier consumo a cualquier edad, pero es malísimo el consumo de alcohol durante la adolescencia, período en el que suceden muchos cambios y muy relevantes en el cerebro de una persona y durante el cual hay que tener especial cuidado. Y pasa lo mismo con los móviles, la ciencia lo ha constatado ya. La corteza prefrontal se desarrolla con la atención y la concentración, con la actividad física, con la memorización… El uso de móviles, además de quitar tiempo de actividades beneficiosas, perjudica el mantenimiento de la atención y la concentración y mantiene constantemente la dopamina por las nubes y todo eso es lo que causa que el córtex prefrontal no se desarrolle como debería y aparezcan problemas de comportamiento, cognitivos, del lenguaje, sociales, de gestión de las emociones, de incapacidad de adaptación a situaciones nuevas y resolución de problemas…

La cuestión es, si sabemos que el uso de una máquina digital produce los mismos efectos en el cerebro que la ingesta de drogas y la ingesta de drogas está prohibida a ciertas edades, ¿por qué no prohibimos el uso de algo que es muy perjudicial para el desarrollo del cerebro, se use como se use? La fascinación que tenemos hacia las nuevas tecnologías no puede causar que dejemos de pensar y actuar con coherencia y racionalidad. Jamás le daríamos alcohol a un niño de un año, pero hay gente que los deja horas delante de una pantalla, o les compra móvil a edades que no son necesarios con el argumento de que todos ya lo tienen, exponiéndolo a estímulos muy nocivos que alteran el desarrollo normal de su cerebro y son causa de muchos trastornos y patologías. Si el uso de algo es malo, no podemos excusarlo ni justificarlo basándonos en modas, gustos o costumbres, ignorando todas las evidencias científicas que apuntan a los graves perjuicios que causan y debemos, por lo tanto, actuar en consecuencia, en lugar de seguir haciendo oídos sordos y argumentando: es que todos lo hacen. Como bien decía mi padre: ¿y si Manolito se tira por un barranco, te tiras tú también? Pues ahora lo que dicen muchos padres (no todos) es que hay que saltar por el barranco, no sea que se queden solos mirando cómo cae el resto. En todos los colegios e institutos hay campañas para la prevención del consumo de drogas, pero en estas no se incluye la iniciación al consumo moderado de las mismas. También se da educación sexual y no se anima a los adolescentes a que practiquen el coito con moderación, ni hay prácticas reales. Lo que previene las conductas adictivas es tener una vida real plena y satisfactoria y postergar el uso de sustancias que son drogas lo más tarde posible, no introducirlas tempranamente. Lo que reducirá el uso del móvil, no será ponerlo en la mano de adolescentes para que empiecen a usarlo cuanto antes, sino retrasarlo lo máximo posible y explicar muy bien todos los efectos negativos que tienen en ellos (y en nosotros), porque son, o actúan, ya que tienen los mismos efectos en nuestro cerebro, como una droga. Y ese es un dato demasiado importante como para que sigamos ignorándolo.

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